En su día ya os contamos que nuestro nuevo destino en México fue San José del Cabo, un pequeño pueblo turístico situado en el extremo sur de Baja California Sur, uno de los 32 estados que tiene México. Durante los 11 meses que hemos vivido ahí (agosto 2015 - julio 2016), hemos podido ver el pueblo en las diferentes épocas del año y aunque para nosotros ha sido un eterno verano para los locales hay dos temporadas bien marcadas. De junio a octubre el calor espanta las ánimas y es cuando el pueblo se queda más vacío. Pero de noviembre a mayo es la temporada alta para el turismo, entonces el clima es más agradable y no hace tanto calor por lo que se convierte en un destino perfecto para que los gringos y canadienses huyan del frío de sus países.

Durante esa época los grandes hoteles se frotan las manos pero en general todo el pueblo, que prácticamente vive del turismo, se pone manos a la obra. Hay varios eventos semanales que resultan atractivos tanto para los turistas como para los locales, uno de ellos es el Mercado Orgánico. Es una buena opción para pasar las mañanas de los
sábados, porque a parte de puestecitos de comida orgánica, aguas frescas y productos artesanos, hay música en directo, clases de yoga y todo en un lugar agradable con un ambiente relajado. Nosotros solíamos ir algunos sábados y después parábamos en un bar del centro a tomar unas coronas bien fresquitas mientras arreglábamos el mundo ;P

Eso solía ser el plan del sábado y el domingo, como no... playa! La que más nos gustaba era la playa de Palmilla, una urbanización de lujo que por suerte tiene acceso libre a la playa, ahí es donde el agua está menos brava y puedes darte un baño tranquilamente sin acabar revolcado por las olas. De hecho el motivo por el que las playas del pueblo están vacías es porque es hasta peligroso bañarse en ellas, las olas son muy fuertes y suelen haber corrientes. Los surfistas están contentos pero los que no nos aguantamos encima de una tabla tenemos que buscar lugares más tranquilos.

Esa playa nos encantaba aunque los fines de semana suele estar bastante concurrida, eso si no sabemos si hay alguna norma, pero los locales a un lado y los turistas a otro, juntos pero no revueltos. Nosotros nos poníamos en medio ;P, pero si nos apetecía más estar solos solo teníamos que andar unos 10-15 min y encontrábamos este remanso de paz, entre las rocas. Para que pagar por estar en una piscina de un resort de lujo si tienes esta piscina natural for free! :)

Aunque el día de playa no tenía por que limitarse al fin de semana... esa es una de las cosas que más apreciábamos de vivir en un lugar así, coger la moto después de trabajar un día cualquiera e irnos a relajar al mar... Como el tiempo casi siempre acompaña tienes la sensación de siempre vivir en vacaciones y eso nos encanta!

Para hacer más amena la semana los jueves por la tarde noche está el Jardín del Arte, una exposición de arte al aire libre que se realiza en la plaza del centro histórico de San José y las calles cercanas. Las galerías de arte abren sus puertas y artistas locales como nuestro amigo
Edgar Zamora, exhiben sus obras en plena calle. Es el día más apropiado para dar un paseo de noche por San José ya que sus calles se llenan de vida y buen ambiente.

Esto entre otras muchas cosas, es lo que encuentras en San José, la verdad es que hemos estado muy a gusto el tiempo que hemos estado, pero también tenemos que dar gracias a que encontramos un lugar super acogedor donde vivir. En La Playita estuvimos poco más de un mes, decidimos cambiarnos para estar más cerca de la escuela y porque el dueño resultó ser un pendejo pesetero. Pero las cosas pasan por algo, y sin duda nos esperaba algo mejor. Encontramos un depa justo detrás de la escuela, en 2 minutos llegaba al trabajo, veíamos el mar desde la ventana y aunque era más pequeño desde el primer momento que lo vimos vacío sentimos que iba a ser nuestro hogar. Nos gastamos bien poco para decorarlo y comprar lo esencial pero es que no necesitábamos más.
La verdad es que nos dio mucha pena dejarlo. Algo que también nos gustaba era una pequeña colina que teníamos detrás de casa, es el punto más alto de San José y en un pequeño paseo teníamos, probablemente, las mejores vistas de todo el pueblo. Quizá si nos hubiésemos quedado otro año el pueblo se nos hubiese quedado pequeño, pero con el tiempo que hemos estado nos queda un bonito recuerdo. En los próximos post os contaremos las escapadas que hemos ido haciendo desde aquí y veréis que la verdadera belleza de esta zona se esconde en el mar.